¿Qué paso? ¿Cómo en 50 años perdimos el grado de austeridad? Recuerdo cómo en ese tiempo se daban vuelta los cuellos gastados, se mandaban a reparar los electrodomésticos y se heredaban las zapatillas. Sí, había menos poder adquisitivo y Chile tenía un menor índice de desarrollo, pero también nos autoimponíamos más límites como consumidores y como ciudadanos.
¿Será la obsolescencia programada de estos productos lo que nos hace comprar más o será que también nos hemos sumergido en un hábito de consumo inconsistente con los recursos que nos brinda el planeta? Sin duda ambas, pero me atrevo a decir que prima la segunda.
En el mundo de hoy, los medios de comunicación llenan pauta con el Cyberday o el lanzamiento del nuevo Smartphone y nos acostumbramos a cambiar el celular cada uno o dos años. Bajo este camino, entre otras causas, el 29 de julio de este año, entramos en un déficit de recursos naturales, al consumir todo lo que nos brinda la Tierra para un año. Así es, por crudo que suene, necesitaríamos 1,75 Planetas Tierra para cumplir de manera sustentable con las demandas de nuestra humanidad.
Chile no se queda atrás. Si nos centramos en nuestro país, los chilenos generamos casi el doble de basura que el resto de los países de la región y somos el mayor productor de basura electrónica por persona de América Latina.
De igual manera, y casi de manera contraproducente, valoramos como ciudadanos que nuestros legisladores hayan votado la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor o que estén discutiendo ahora la Ley Marco de Cambio Climático. Pero, a pesar de nuestro interés colectivo por regular el destino final de los productos, seguimos en este consumo desmedido, y con la creencia de que solo con una mayor preocupación por reciclar y por generar una economía circular, vamos a combatir los efectos negativos que le causamos a nuestro planeta.
Hoy los esfuerzos y el compromiso de grandes empresas se basan en ocupar menos agua en los procesos productivos e innovar en procesos de eco-packaging. Todos estamos muy de acuerdo, pero seguimos conservando el mismo modelo. Esto por cuanto se sabe que para hacer una polera se requiere de 2.700 litros de agua. Por mucho que se mejore el proceso y se ahorren cientos de litros de agua en el camino, seguimos comprando y acumulando poleras que la mayoría de las veces no necesitamos.
A meses de la COP25 y de convertirnos en los ojos del mundo a nivel ambiental, se hace necesario reflexionar respecto a cuánto consumimos, y ser capaces de entender que la suma de nuestros pequeños gestos puede cambiar el orden de las cosas. El planeta nos pone límites y nos pide generar un nuevo modelo.
De lo contrario, tan solo estamos envasando con elementos reciclables nuestro desmedido poder de compra.
Tomar conciencia ambiental y social, no solo es reciclar y esperar que las naciones lleguen a acuerdos. Es cambiar el modelo de producción, de consumo y asumir de forma personal un compromiso real y de fondo.
Juan Pedro Pinochet, Presidente Ejecutivo de Gestión Social
https://www.latercera.com/opinion/noticia/eco-empaquetar-consumo/862008/