Chile Cambió. Si comparamos el país del retorno a la democracia —27 años atrás— con el que vivimos hoy, podremos constatar notorios cambios a nivel social, político y cultural. Muestra de ellos son los movimientos estudiantiles, el destape de los primeros casos de corrupción de la clase política y empresarial, el surgimiento de la tecnología de la información y la comunicación(Tics), la creación de más de 30 nuevas comunas y 3 regiones, la profundización del conflicto Mapuche, entre otros muchos ejemplos.
Entre 1990 y 2017, el Ingreso per capita de Chile ha crecido hasta 5 veces su valor inicial, dato que parece sumamente alentador y que afirma de modo objetivo que nuestra economía se ha mantenido al alza. Se han disminuido los índices de pobreza. Aumentado la cobertura escolar, la presencia industrial, los empleos y la oferta de consumo. No obstante, Chile parece querer más. Frente a estas cifras, podemos decir que estamos en las puertas de ser un país desarrollado, pero cada vez surge con mayor fuerza que el crecimiento económico no es la única arista para resolver las tensiones de la sociedad.
La ciudadanía, es cada vez más crítica y desconfiada frente al modelo de desarrollo. Exige más de sus representantes y de las empresas. Tenemos que ser capaces de avanzar integralmente hacia el desarrollo y eso comienza por las personas. Solo a través de una sólida base social, donde tengamos confianza y podamos colaborar unos con otros, podremos afrontar el futuro y contribuir al desarrollo.
No podemos permitir que la desconfianza nos gane la batalla y en este escenario, creo firmemente que las empresas tienen un rol esencial. Es ahí donde pasamos la mayor parte de nuestro día y es el lugar donde tenemos la oportunidad de desarrollarnos. Es en las empresas u organizaciones de todo tipo, donde se reúnen individuos con distintas motivaciones, creencias, posturas frente al mundo, historias; hay diversidad de géneros, orientaciones sexuales, nacionalidades, culturas, capacidades y edades. La empresa puede convertirse en una plataforma para el desarrollo de las personas que las componen, motivando ampliar la mirada, nuevas formas de participar, de mirar el mundo y de promover la colaboración a partir de un propósito elevado. Con un cambio en la forma en cómo enfrentamos nuestro día a día, podemos aumentar nuestra percepción de felicidad y así apuntar hacia el desarrollo económico y humano de Chile.
Comenzamos el blog Minga para tratar estos y otros temas, con la convicción de que del trabajo colaborativo surgen las mejores ideas. Por eso necesitamos la participación de todos: empresarios, trabajadores, políticos, organizaciones de base y la sociedad civil. Es momento de que levantemos la voz y pensemos en conjunto el desarrollo de Chile.
Estamos convencidos de que para alcanzar el desarrollo sostenible, tenemos que poner el foco en el otro, en la creación de vínculos y el reconstruir el tejido social. Pongamos a la persona en el centro, con espacios de socialización y de integración que les den sentido a nuestro existir. Esto es un desafío que las empresas, el Estado y cada individuo debe asumir.
Los invito a apropiarse de este espacio, a leer, escribir, opinar con respeto a lo diferente y así juntos construir una sociedad basada en la colaboración.
Juan Pedro Pinochet