El tema de la flexibilidad laboral ha estado en la palestra de la discusión nacional. El ministro del Trabajo plantea una mecánica, los sindicatos ponen su punto de vista y los trabajadores -en las calles y en la oficina- conversan del tema. ¿Será mejor un acuerdo sindical? ¿Hablo con mi jefe? ¿Realmente se necesita legislar al respecto? Son algunas de las preguntas que surgen entre café y café y entre programa de televisión y entrevistas.
Pero justamente, lo que esperan muchos es una definición que establezca un método específico para la flexibilidad. Si se lee de forma más profunda es una paradoja. Al final no es flexible, ya que en este término hay algo fundamental: el factor humano.
La flexibilidad en el trabajo no se hace con una ley, un acuerdo sindical o una firma. Se hace día a día, cuando hay un trato cercano, amable y de confianza entre trabajadores, jefes, gerentes y el mismo directorio. Más que revisar la jornada de trabajo o cuántas horas menos o más, una empresa moderna es la que fomenta la horizontalidad y humanización de las relaciones. Cuando existe ese factor social de comunicación constante y confianza, siempre habrá flexibilidad si alguna persona tiene un problema familiar, si necesita hacer un trámite, si prefiere trabajar cuatro días a la semana o quiere hacer home-office en ciertas jornadas.
Muchas compañías han entendido esto y lo traspasan en sus políticas corporativas, pero, sobre todo, en su forma de actuar, sin miedo a una corresponsabilidad entre empleador y empleado. Eso es realmente flexibilidad y trabajo en equipo, para lo cual se requiere de una transformación sustentable de la forma de trabajo y de las relaciones.
Quizá todo esto suene algo naif: pensar que los empleadores serán flexibles ante las demandas de sus trabajadores y viceversa. Puede parecer una meta inalcanzable, pero por algo hay que empezar. Finalmente, está comprobado que cuando los empleados son más felices, suelen ser más productivos y la empresa más rentable y eso pasa por una flexibilidad constante y por pensar en objetivos y metas, más que en cumplir horarios, sea cual sea.
Juan Pedro Pinochet, Presidente Ejecutivo de Gestión Social
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