En el último tiempo como Gestión Social, hemos tenido la oportunidad de estudiar el Sistema actual de Pensiones y el mundo de las AFPs. Es un tema que ha estado hace meses en la palestra de la discusión social, tanto en los medios como en las conversaciones cotidianas, y que personalmente considero apasionante, especialmente cuando nos damos cuenta lo profundamente relacionado que está con la sostenibilidad, tema que convoca este blog.
El informe de la Comisión Bravo reveló que el 50% de los chilenos recibe pensiones de $82.650 o menos, incluyendo en este monto el aporte del pilar solidario incorporado con la Reforma del 2008. A su vez, la tasa de reemplazo proyectada en Chile alcanza un 38%, mientras que en los países OCDE alcanza un 66% (esto se traduce en que nuestra jubilación equivaldrá solo al 39% del promedio de sueldo que hemos recibido en los 10 últimos años de cotizaciones). Además, en Chile, la tasa de cotización actual es del 10% respecto del sueldo, mientras que en los países de la OCDE esta tasa alcanza un 19, 6% (en promedio). A esto se suman las brutales brechas de género que existen en este ámbito en Chile, ya que eso es tema para otra columna en sí misma.
Por otra parte, el Gobierno presentó en agosto pasado un proyecto de Reforma que aborda varios aspectos asociados al sistema de pensiones, dónde la principal variables es aumentar la tasa de cotización, como carga del empleador, en un 5% adicional. Y como hemos visto, la gran discusión en la opinión pública se ha centrado en quién debería administrar este monto adicional, la misma AFP o el CAC (Consejo de Ahorro Colectivo) y más importante aún, si todo este monto debiera ir a la cuenta individual de cada chileno o bien, un 2% ir a un fondo de ahorro colectivo, tal como plantea el Ejecutivo.
Volviendo a la pregunta inicial entonces, ¿es este un tema que tiene relación con el desarrollo sostenible? ¡Por supuesto que sí! Por una parte, Chile está envejeciendo y esto es un fenómeno demográfico que no podemos controlar. En este sentido, esto interpela a las generaciones que hoy ostentan el poder económico y político a tomar decisiones urgentes y concretas respecto del futuro modelo de sociedad que queremos. Por lo mismo, el debate actual, parece una oportunidad maravillosa para re-pensarnos como sociedad y re-imaginar los valores que queremos que primen. Por ejemplo recordar la solidaridad que nos enorgullecía como sociedad y el valor que se le daba la tercera edad, como un recordatorio constante de que todos somos diversos y que todos vamos a envejecer, algunos más temprano que tarde.
Un segundo aspecto a discutir tiene relación con el uso que se propone darle al 2% destinado a un fondo de ahorro colectivo. Al respecto, se plantea que este porcentaje aumentará el monto de las pensiones actuales y futuras con los mismos niveles entre hombres y mujeres. Esta propuesta no parece algo descabellado, por el contrario, me parece que habla de una sociedad que ha cambiado y que valora la cohesión social y lo colectivo como espacio de reconocimiento de la diversidad y condición humana de todas y todos, ricos y pobres, y dónde la lógica de que “cada quien se rasca con sus propias uñas” ya no es la única lógica imperante.
Si todo esto no es buscar el desarrollo sostenible y un futuro mejor para TODOS, no sé qué es. Y me hace todo el sentido del mundo.
Francisca Engdahl, Gerente de Consultoría, Gestión Social