17 Abril 2023

Opinión: ¿Adaptación normativa o adaptación al contexto?

Biobiochile.cl

Desde que existimos como organización, hace 18 años, hemos visto transitar muchísimas empresas desde la filantropía hasta la incorporación de criterios ESG para tomar sus decisiones de administración. Los inversionistas, actores fundamentales en la movilización de los principios de la sostenibilidad hoy en día, están cada vez más preocupados por el cumplimiento de los atributos ESG, lo que trae como consecuencia empresas cada vez más preocupadas por avanzar en la materia.

Mismo avance vemos desde lo regulatorio. En Chile este año comienza a regir la NGC 461 de la CMF, está la Ley de Eficiencia Energética, la ley REP, la Ley Marco de Cambio Climático y el proyecto de ley sobre mujeres en directorio, por nombrar sólo algunas. El tema de la sostenibilidad está en todas partes, desde las empresas, el Estado, la sociedad civil y hasta lo que fue la “gala” del Festival de Viña.

Todos quienes utilizan el término, de alguna forma ganan aceptación social, con excepción de las empresas, donde los niveles de desconfianza se mantienen (11% de confianza según encuesta bicentenario UC 2022; el porcentaje de la población que cree que existe un gran conflicto entre trabajadores y empresarios corresponde a un 62%).

Me preocupa que se demonice la idea de empresa. Hay algo subyacente que se está anidando en nuestra cultura, contra lo que éstas representan. Lo curioso es que no se vislumbra ningún modelo sin “las empresas”, porque este colectivo puede ser grande o pequeño, público o privado, con o sin fines de lucro, que alberga laboralmente al menos a un 90% de los que trabajamos.

Entre las razones que podríamos identificar están los aspectos culturales que se viven al interior de las empresas, donde de manera generalizada existen culturas más bien verticales. Otra posibilidad está en que empresas privadas, y con fines de lucro, hayan estado muy presentes en áreas altamente sensibles para la ciudadanía, como lo son la salud, la educación o las pensiones. Si sólo tomamos estas dos posibles razones (deben haber muchas más), la incapacidad de anticiparse haciendo una lectura más profunda de las expectativas y opiniones de los famosos stakeholders se torna evidente.

La sostenibilidad es adaptarse a los cambios con valores corporativos que se vivan al interior de la empresa, y no los de la campaña comunicacional de rigor para promoverlos. Poner la música y no esperar a que la normativa te condicione y que sea un deporte buscarle el lado para seguir haciendo lo mismo.

Para ello, es clave comprender que existen ciertos conceptos que están presentes en las normativas, estándares o leyes, pero que trascienden los reglamentos. Un ejemplo de ello es el concepto de materialidad que se ha popularizado en el marco de los reportes de sostenibilidad y memorias integradas, donde básicamente se busca generar una conexión con las expectativas, intereses e impactos que generan las compañías, pero también las que el entorno genera hacia la empresa. Comprender conceptos como éste como un mecanismo de adaptación es fundamental.

A partir de reconocer que el mundo está cambiando de forma permanente, la llave es integrar con pasión y convicción tres factores: los personales (sentido de vida), las personas que conforman la organización y el entorno, siendo importantes el mercado y los inversionistas, pero también todos los grupos de interés. Todo esto requiere una visión de largo plazo, además de perder el miedo.

Frente a un panorama poco alentador como el del 2023, es bueno poner en práctica aquella frase de Einstein: “La crisis es una oportunidad para la creatividad y el progreso”.

Columna de Juan Pedro Pinochet publicada en Biobiochile.cl