8 Enero 2020

Chile: con la sequía hasta el cuello

Necesitamos centrarnos en el tema de fondo. El 2019 Chile presentó el invierno más seco de los últimos 21 años, cuatro regiones han sido declaradas zonas de emergencia hídrica y si a nivel global, somo el país número 18 con mayor estrés hídrico. Si seguimos así, para el 2040 encabezaremos el ranking en Latinoamérica.

Intentando ver el vaso medio lleno, hoy existen múltiples iniciativas orientadas a cuidar el recurso hídrico. Son diversas las empresas que implementan acciones asociadas a plantas de tratamiento para reutilizar agua o estrategias de reducción de consumo. Eso nos lleva a estar en el lugar número 32 de los países que más reutilizan agua en el mundo, en un contexto donde se estima que únicamente el 4% del agua consumida es reutilizada.

El Estado tampoco se queda atrás. Se han publicado campañas mediáticas como la ministra Schmidt duchándose en tres minutos, hasta recomendaciones para un consumo más eficiente del recurso en la vida cotidiana. Asimismo, hay diversos programas de transferencia de recursos para generar mecanismos de riego más eficientes y capacitaciones para una agricultura responsable en consumo hídrico.

Pero el vaso sigue medio vacío. ¿Qué pasa? Una suma de factores asociados a la problemática medioambiental, pero principalmente, la necesidad de comprender el fenómeno desde una perspectiva ecosistémica. Es decir, iniciativas bien intencionadas, pero aisladas, que pierden fuerza y capacidad efectiva de hacer frente a la situación.

Por mencionar un ejemplo. Generar mecanismos de riego más eficiente en la parte alta de una cuenca en donde el productor ocupe todos sus derechos de agua sin perder una sola gota, efectivamente es una medida para utilizar de mejor manera el recurso. Sin embargo, los impactos cuenca abajo de esta intervención son de consideración, limitando la disponibilidad de agua para otros productores y privando al resto del ecosistema del recurso.

Asimismo, motivar un uso eficiente del agua en cada vivienda carece de eficacia si es que este impulso no es acompañado por más vecinos del sector.

Avanzar en protección del recurso hídrico requiere de esfuerzos articulados, promoviendo un trabajo colaborativo entre el mundo público, privado y las comunidades. Las soluciones deben ser colaborativas y en este espacio las empresas del país tienen mucho que aportar, pudiendo poner a disposición de su entorno su capital técnico.

Generar espacios virtuosos y colaborativos para abordar territorialmente la situación del agua es una oportunidad que las empresas no han considerado con miras a proyectar un desarrollo sostenible de su negocio y, por ende, del sector en el cual se emplazan.

Un ejemplo de esto es Sasol, empresa global integrada de energía y químicos, cuyas principales instalaciones se encuentran en Sudáfrica. Las operaciones de Sasol en este territorio dependen en gran parte del sistema subterráneo del río Vaal, del cual utilizan el 4% y los municipios el 30%, teniendo este último pérdidas del 45% por infraestructura deficiente. Es en este contexto que Sasol se acercó a los municipios para implementar iniciativas de conservación de agua, siendo la reparación de la presión de las cañerías un proyecto impulsado por la compañía. Este proyecto ahorra 28.000.000 de litros por día a un costo total de US$500.000 y beneficia a toda la comunidad, siendo que el mismo proyecto para eficiencia interna de Sasol habría tenido un costo de US$50.000.000 y un ahorro solo de 18.000.000 de litros diarios.

Se entienden entonces que iniciativas abordadas de manera ecosistémica en vez de aisladas son más eficientes, efectivas y tienen mayor alcance de beneficiarios.

El tiempo es ahora y necesitamos con urgencia generar los espacios para encontrarse y buscar las mejores soluciones. De lo contrario, habrá que comenzar a cambiar nuestros dichos típicos chilenos y asumir que, ante la escasez del agua, lo que vive Chile es una verdadera sequía que nos tiene hasta el cuello.

Columna por Enríque Rosselot y Diego Aravena